Pintura alegórica recogida en la edición de 1744 de la Scienza Nuova. La mujer con la cabeza alada representa la Metafísica que contempla a Dios, de cuyo ojo sale un rayo que reverbera en una gema prendida en el pecho de la mujer. El rayo se refracta y sale fuera, para significar que la Metafísica conoce a Dios providente en las cosas morales y públicas, en las costumbres civiles, en la historia humana.
El pensamiento de Vico (1668-1744) está regido por el principio de la precedencia psicológica de la espontaneidad sobre la reflexión, en el ámbito de la poesía, del mito, de la retórica, de la praxis y de la historia.
Vico parte a la vez de raíces humanistas y de planteamientos modernos, siendo capaz de enfrentarse a Descartes y contribuir con aspectos filológicos, etnológicos y jurídicos a configurar una obra (la “Ciencia Nueva”) de sorprendente actualidad, en la que están predibujadas tesis de pensadores actuales, como Gehlen, Lévi-Strauss y Chomsky.
En este pensador barroco tuvo sus raíces modernas el surgimiento de las llamadas “Ciencias del Espíritu” a finales del XIX. Él expuso una filosofía del lenguaje y una hermenéutica, dentro de una Filología original, en la que integraba el estudio de la Retórica y de la Poética. Las investigaciones de Gadamer y Apel sobre Vico recogen y subrayan estas novedades.
Johann Gottfried Herder (1744-1803). De amplia cultura filosófica, teológica y literaria, contribuyó a la aparición del romanticismo alemán. Su modo de ser es pre-romántico y, como tal. Influyó en autores como Goethe. Para Herder la literatura no debe seguir unas pautas o unos modelos, sino la inspiración del genio, enraizado en su época y su entorno cultural. En su principal obra, Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791), enseña que la naturaleza y la historia humana obedecen a las mismas leyes.
Polémica de Herder contra la Ilustración
Uno de los efectos de la secularización histórica, ocurrida en la época contemporánea, es el desplazamiento del interés especulativo hacia aquellas dimensiones del hombre que pueden tener cierta perdurabilidad temporal, hacia sucedáneos intrahistóricos de la inmortalidad personal y única que el Dios cristiano prometía a cada individuo. Y como es evidente que el sujeto empírico ‑mortal‑ no puede cumplir por sí mismo esa misión de inmortalidad, símbolo y presagio de la Ciudad de Dios en el mundo, la atención filosófica se centró en la construcción sistemática de las individualidades históricas, puntos orgánicos ‑de relativa consistencia temporal‑ del despliegue de la humanidad sobre la tierra. Johann Gottfried Herder (1744-1803)[1] describe sus bases antropológicas, polemizando con los ilustrados.
Herder se revuelve contra la confianza ilustrada en el poder del método científico-racional, contra la exclusividad de sus leyes universales e inmutables que absorbían lo peculiar de cada período histórico en un esquema intemporal. Y opone al universalismo abstracto el nacionalismo concreto, el “Volkgeist” o Espíritu del pueblo.
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Organicismo histórico
Herder ha dado una fórmula de organicismo histórico, si por orgánico se entiende lo contrapuesto a mecánico. Las propiedades de lo orgánico son la funcionalidad, la totalidad y la finalidad, determinadas por el carácter fundamental de autoposición y, por tanto, de automovimiento y autoformación.
Ahora bien, ni Herder, ni los idealistas que le siguieron, han pensado el «organismo histórico» como un cuerpo «biológico». Simplemente sostienen que la vida histórica se comporta y estructura conforme al principio de la primacía del todo sobre las partes: no puede concebirse mecanicistamente, al modo de un artefacto complicado, sino a la manera de un organismo cuyos miembros están conectados internamente, a pesar de las contradicciones que cada uno pueda traer consigo; pero la totalidad orgánica resuelve y supera tales contradicciones, en virtud de una polarización teleológica que la atraviesa de parte a parte. Nada es indiferente en dicha totalidad coherente: todo sirve para el todo. La heterogeneidad de las partes no es óbice para que estas se combinen de forma que puedan realizar las funciones pertinentes.
Pero cada autor entiende de una manera distinta la índole del principio que rige la individualidad histórica y el enlace de los individuos. Así, el modelo orgánico de Herder tiene un carácter «estético»; el de Fichte «moral»; y el de Hegel «dialéctico». Continuar leyendo
Baeza: Palacio de Jabalquinto, s. XVI. Sede de la actual Universidad Internacional de Andalucía.
Sobre el autor
Este es un blog del Dr. D. Juan Cruz Cruz, Profesor honorario de Filosofía en la Universidad de Navarra, quien se ha dedicado durante más de dos décadas al estudio del pensamiento filosófico del Siglo de Oro, editando varias monografías sobre el tema.