Ganivet y Unamuno
Nietzsche, en una de sus Consideraciones intempestivas, la segunda, que trata De la utilidad e inconvenientes de los estudios históricos para la vida, § 5, afirma que el exceso de estudios históricos engendra la contradicción entre el ser íntimo y el mundo exterior; además perturba las tendencias populares e impide al individuo llegar a su madurez, provoca el escepticismo y desencadena el practicismo receloso y egoísta. Lo importante no es la multitud desenfrenada de hechos, sino la unidad que les da sentido. Esta «consideración intempestiva» de Nietzsche marcó a más de una generación, incluida la del ’98, y en especial a Unamuno y Ganivet.
Ambos personajes se conocieron y apreciaron mutuamente. Mantuvieron incluso una correspondencia epistolar sobre el tema que nos ocupa, publicada con el título El porvenir de España.
Tanto Unamuno como Ganivet se acercan al hecho histórico teniendo a sus espaldas los enérgicos esfuerzos historiográficos que, en otras latitudes, habían hecho Niebuhr, Ranke y Humboldt, motivados por el romanticismo; y cuentan también con el enfoque ideal y total que Hegel ofrece de la historia, cuyo vínculo más original es el Volkgeist, el espíritu del pueblo, a cuyo paso se arremolinan los acontecimientos nacionales en unidades orgánicas e inteligibles. La historiografía finisecular acogió con toda naturalidad ese organicismo en la explicación histórica. Continuar leyendo