Phip Jacques Loutherbourg: "El grorioso primero de junio"

Phip Jacques Loutherbourg: «El glorioso primero de junio». Esta pintura romántica expresa con fuerza una batalla naval, en la que se agita la superficie del mar con el estruendo de los cañones y el griterío de los náufragos. La imagen de la relación entre superficie alborotada y profundidad sosegada fue utilizada por Unamuno (1864-1936) para explicar el sentido de la historia

1.     Dimensiones de la historia

En su juventud pensaba Unamuno[1] que la Historia al uso «nos enseña a conocer más bien a los hombres que no al hombre; nos da noticias empíricas respecto a la conducta de los unos para con los otros, más bien que una visión de su esencia […] La Historia nos muestra más bien sucesos que no hechos»[2]. Sin embargo, a pesar de que este tipo de Historia lo hastiaba, leía «a historiadores artistas, y sobre todo a los que nos presentan re­tratos de personajes. Me han interesado siempre las almas hu­manas individuales mucho más que las instituciones»[3]. Y en su madurez confiesa que sorbía muchos libros de historia[4], justo aquellos que, como decía Nietzsche, no nos desvían negli­gen­te­mente de la vida y de la acción. Una cosa es el libro de historia cuyo contenido se resuelve en su cáscara de citas; y otra cosa es el libro que cala el fondo y la forma de los hechos históricos, aunque la corteza de erudición esté resquebrajada en algunos puntos.

Lo que de verdad considera Unamuno insuficiente es el mero «erudito de historia». «Los eruditos se limitan a publicar textos, ateniéndose a la letra y fingiendo desdeñar la imaginación, ya que no les ha sido concedida»[5]. Pero, ¿de qué tipo es la ima­gi­nación en historia? «Imaginación es la facultad de crear imá­ge­nes, de crearlas, no de imitarlas o repetirlas, e imaginación  es, en general, la facultad de representarse vivamente, y como si fuese real, lo que no lo es, y de ponerse en el caso de otro y ver las cosas como él las vería»[6]. Continuar leyendo